Cuando hablamos de diversidad, hacemos referencia a la existencia de diferencias, y cuando se hace referencia a cohesión social, se considera todo aquello que nos une o nos conecta para lograr una articulación mayor y efectiva de la sociedad en función de un fin.
¿Tienen los Estados y sus gobiernos algún espacio para reflexionar, debatir y definir acciones en función de reconocerse en la diversidad y trabajar la cohesión social?
Afortunadamente, los Estados iberoamericanos han logrado institucionalizar desde hace más de dos décadas, desde 1991, las Cumbres Iberoamericanas, como un espacio para el trabajar la integración y la cooperación, desde el reconocimiento a la diversidad y su importancia para lograr una mayor y mejor cohesión social.
En 1991 en Guadalajara, México, cuando se iniciaron las Cumbres Iberoamericanas, aquella primera Declaración reconoció que Iberoamérica está unida por principios y objetivos comunes en un marco de una gran riqueza en su diversidad e identidad.
Esos objetivos comunes se expresan en el ineludible compromiso de los Estados iberoamericanos con el desarrollo sostenible, el fortalecimiento de la democracia, el respeto a los derechos humanos y en las libertades fundamentales.
En 1992 en la II Cumbre Iberoamericana realizada en Madrid, se reconoció que más allá del común origen, la identidad iberoamericana está fundada en la idea de la dignidad e igualdad de sus diversas culturas y en una concepción integral y liberadora del hombre y la sociedad, como creadores de su destino.
El diálogo, la solidaridad y la cooperación iberoamericana, son las tres herramientas que a través de las cuales, los Estados Iberoamericanos han asumido la tarea de aproximarse de manera respetuosa a las diferencias y a la búsqueda por satisfacer las expectativas de la propia sociedad.
En esa dinámica la comunidad iberoamericana aprobó en el 2006, en el marco de la XVI Cumbre Iberoamericana, un documento presentado como Carta Cultural Iberoamericana, a través de la cual, se diseñaron unas líneas rectoras para la construcción de un espacio cultural iberoamericano.
En la Carta presenta la diversidad cultural como una condición fundamental para la existencia humana; reconociendo que en sus expresiones hay un valioso factor para el avance y el bienestar de la humanidad en general, diversidad que debe ser disfrutada, aceptada, adoptada y difundida en forma permanente para enriquecer nuestras sociedades.
Además, allí se reafirma que entre los Estados Iberoamericanos hay elementos únicos y excepcionales, y que se cuenta con un patrimonio cultural común y diverso que es indispensable proteger y promover.
Por último, debe destacarse, que la Carta reconoce expresamente el valor estratégico de la cultura en el desarrollo económico, social y sustentable de la Región.
En ese sentido, la Carta declaró como uno de sus fines la promoción y protección de la diversidad cultural, reconociéndola como el origen y fundamento de la cultura iberoamericana, así como la multiplicidad de identidades, lenguas y tradiciones que la conforman y enriquecen.
Para la Carta Iberoamericana, la diversidad cultura es un principio transversal en la actuación pública y de manera categórica afirma que los procesos de desarrollo económico y social sustentables, así como la cohesión e inclusión social, sólo son posibles, cuando son acompañados por políticas públicas que toman plenamente en cuenta la dimensión cultural y respetan la diversidad.
Por último, la Carta destaca el papel de los Estados en la formulación y aplicación de políticas de protección y promoción de la diversidad, y del patrimonio cultural en el ejercicio de la soberanía nacional.
Un año después de aprobada esa Carta Cultural Iberoamericana, específicamente en la XVII Cumbre Iberoamericana celebrada en Chile, se introduce formalmente a la agenda iberoamericana el debate sobre la cohesión social; el termino aparece reflejado claramente en la frase que identifica a la Cumbre y que orienta sobre su contenido programático, a saber: “Cohesión Social y políticas sociales para alcanzar sociedades más inclusivas en Iberoamérica”.
En la Declaración de Santiago de Chile en el 2007, los Estados participantes acordaron “colaborar estrechamente para colocar en el núcleo central de la agenda internacional el interés por la cohesión social y la necesidad de alcanzar sociedades más inclusivas con pleno respeto a los derechos humanos, así como la promoción de un entorno internacional favorable a los esfuerzos nacionales e internacionales en materia de protección social y políticas para la superación de la pobreza, la desigualdad y el hambre en el mundo y el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.”
La cohesión social y los Objetivos de la ONU, se asumen expresamente como un compromiso. Además, en esa Cumbre del 2007, se reconoce la necesidad de fortalecer la Cooperación Iberoamericana, entendida como eje integrador del espacio iberoamericano, y como un instrumento de apoyo a la cohesión social y a las políticas sociales.
Para el desarrollo de la cooperación iberoamericana a los fines señalados, se acordó impulsar programas, proyectos e iniciativas en sectores prioritarios, que aporten al desarrollo integral e inclusivo en beneficio efectivo para todos los ciudadanos y ciudadanas de Iberoamérica, contribuyendo así a la reducción de asimetrías e inequidades, y a la consolidación de sociedades más articuladas y solidarias en el marco de la diversidad de nuestros pueblos.
¿Cómo valorar qué tanto se ha avanzado en el debate de la cohesión social y en el reconocimiento a la diversidad propia de la región iberoamericana en estas dos décadas?
A tal fin, los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030, como herramienta efectiva para lograr hacer una evaluación de esas dos décadas de encuentro iberoamericano. La sociedad civil organizada, a través de esos Objetivos, puede diseñar estrategias que permitan su inclusión efectiva en el diálogo y reflexión iberoamericana en esta materia.
Un importante logro que permite una efectiva valoración y que además, advierte sobre la responsabilidad con la cual se ha asumido estos temas en la agenda iberoamericana, está representado en la institucionalización de las Cumbres Iberoamericanas de Jefe de Estados y de Gobierno, así como de los distintos espacios para el debate especializado y el intercambio de experiencias entre los gobiernos iberoamericanos sobre los temas que les son comunes en un marco de diversidad.