“¿Qué clase de sociedad
aspiramos?, es una inquietud que sólo el ser humano puede responder y es el
único actor capaz de alcanzarla, y así satisfacer sus expectativas básicas y
necesarias. La forma de responder y de
alcanzar las respuestas estará condicionada por la cultura de la comunidad a la
que pertenece (cultura de violencia o de no-violencia)”.
“El respeto como valor, el reconocimiento como conducta, con un proceso educativo adecuado y con la participación de la institucionalidad a través de las herramientas técnicas que concretan las políticas públicas”.
Estos dos párrafos anteriores fue parte de las conclusiones a las que llegó la Mesa de debate del 29 de marzo del presente año, que se realizó en Madrid por ECCos de Paz sobre “Cohesión, Diversidad y Mediación, como herramienta para alcanzarlas”
Particularmente esta primera interrogante ¿Qué clase de sociedad aspiramos?, sí seguimos encontrando noticias como la leída esta semana pasada (27 de septiembre) en el Diario 20 Minutos: “LA ACOSADA DE SAB BLAS SE CAMBIÓ DE INSTITUTO PARA HUIR DE SUS AGRESORAS”. Copio textualmente parte de la noticia: “ una compañera del instituto había sido agredida brutalmente el pasado lunes por dos jóvenes de 14 años . Recibió numerosos puñetazos en la cabeza y en el cuerpo, además de fracturarle la nariz y dejarla casi inconsciente antes de ser trasladada… ” “La escena (…) fue grabada por una decena de adolescentes que rodearon e insultaron a la víctima y asistieron impasibles a la pelea con sus teléfonos móviles y que luego subieron el vídeo a las redes sociales” .
Así mismo en el texto de la noticia, aseguraban que un grupo de alumnas del Centro, “…que nunca había ocurrido algo similar en el instituto y que la jornada de ayer había transcurrido con normalidad pese al ruido mediático: << los profesores no han hecho ningún comentario sobre el tema , aunque cuando les hemos preguntado si han confirmado que conocían lo que había pasado>>”.
Se puede leer en la noticia varias situaciones que llaman la atención, al menos desde mi perspectiva personal, siendo una persona que aspira y cree en una cultura de la no-violencia:
1.La situación en sí: Una compañera del Instituto agredida brutalmente (con puñetazos en la cabeza y cuerpo, además de fracturarles la nariz y dejarla en un estado de casi inconsciencia) por dos jóvenes de 14 años de edad.
2.Que la escena fuera grabada por decenas de adolescentes que presenciaba e insultaban a la víctima, que además publicaron los vídeos en redes sociales.
3.Que la jornada en el Instituto del día después de las agresiones hubiese transcurrido con normalidad, sin que el profesorado hiciera comentario alguno sobre la situación vivida.
¿Qué objetivo o que fin tiene golpear entre dos adolescentes a otra compañera? ¿Hay alguna situación conflictiva previa “no resuelta” que se pueda solventar mediante la violencia, o que justifique la violencia como mecanismo de resolución de conflictos? ¿Un acto de violencia o agresión hacia una persona solventará REALMENTE la situación o desencadenará más violencia? ¿Qué gana un adolescente que presencia una escena como está grabando y publicando las agresiones por redes sociales? ¿En algún momento hubo algún adolescente que empatizara con la víctima? ¿No hacer algo o presenciar en silencio un acto grave de violencia no es una actitud de respuesta frente a la situación? ¿Por qué razón el profesorado deja pasar una situación así bajo la mesa para con el estudiantado? ¿Quiénes son cómplices de toda esta situación y de que puedan seguir ocurriendo agresiones como estas?
Estas y otras interrogantes fueron muchas las que pasaron por mi cabeza mientras leía la noticia. Es por ello que vuelvo a lanzar la interrogante de la Mesa de debate pasada sobre mediación, diversidad y cohesión social, ¿QUÉ CLASE DE SOCIEDAD ASPIRAMOS?
Son estas las situaciones que queremos para nuestros/as hijas, una sociedad donde se desmorona un valor básico como el RESPETO, y del que se ramifican muchos otros valores importantes. Cómo vivir en una sociedad cohesionada con una cultura de no-violencia si no dotamos a las personas –desde la infancia- de herramientas claves e indispensables como la gestión y reconocimiento de las propias emociones, el tratamiento del conflicto mediante el diálogo, la escucha activa y el reconocimiento del otro/a , en un mundo tan globalizado en el que vivimos, tan diverso, con tantas formas distintas de pensar, creer y sentir.
Estas situaciones deben de crear un precedente importante y hacernos replantear de qué manera estamos educando, desde los Centros educativos, desde los hogares, desde las Instituciones públicas.
Todos/as en la sociedad tenemos nuestra cuota de responsabilidad. No podemos simplemente observar cuando se agreda aun ser humano, hay que hacer algo por evitarlo o al menos no agravarlo. Sólo teniendo un poco de empatía será suficiente para lograr obtener algún tipo de respuesta positiva que contribuya por parte propia.
El profesorado en estos casos tiene un roll muy importante, y debe orientar al alumnado, generar discusión sobre los hechos acontecidos, para que los/as chicas reflexionen sobre la situación, se sensibilicen y generen ideas de cómo prevenir este tipo de cosas, que puedan analizar con conciencia y preocupación sobre la realidad que nos involucra a todas.
Las familias, desde los hogares: educar no es fácil, amerita una presencia constante para con los/las niñas, servir de ejemplo, enseñarles a manejar la frustración, la ira mediante la expresión verbal de sus sentimientos, encontrando formas de resolución coherentes y pacíficas, donde no se agreda a nadie, donde se les enseñe el lado positivo de los conflictos, cómo se puede crecer y aprender mediante ellos, cómo hay que solventarlos de raíz, que la solución no es desaparecer a la persona que creemos nos genera el problema.
La noticia también especificó que: “La Comunidad de Madrid (…) decidió ayer activar el protocolo ante casos de acoso escolar…” Así mismo “…aseguró que tomará medidas contra las personas que amenazaron a la víctima, no la auxiliaron y grabaron y difundieron con su móvil las imágenes de la pelea”.
Es cierto que existe un protocolo de acoso escolar que se activa cuando ocurren hechos como estos, pero y por qué seguir esperando a que ocurran más, por qué no prevenir desde la infancia este tipo conductas y convivencia violenta.
En la Mesa de debate que comenté al inicio del artículo también se llegó a las siguientes conclusiones:
Uno de los obstáculos era:
“…que la resistencia a la apertura hacia el otro es el principal obstáculo a vencer, y es parte de una dimensión personal y subjetiva.
De sus retos :
La “aceptación de la diversidad como algo positivo, como un valor agregado y no como un aspecto negativo o amenaza”
De sus oportunidades :
El “desarrollo de empatía hacia el otro”.
Esta resistencia que expresó la mesa podría solventarse enseñando desde la infancia que todas/os somos diferentes, en cuanto a la forma de pensar, de interpretar, de sentir, y que ello amerita que tengamos un respeto hacia el resto de las personas, y por ende un reconocimiento hacia ellas mismas, como seres que piensan, viven, respiran y sienten.
Reconocer y aceptar, que mientras más diversos más sumamos en conocimientos, en vivencias, en perspectivas, en oportunidades para alcanzar objetivos comunes, y que el desarrollo de la empatía es una oportunidad para ser mejores personas y actuar correctamente en función del bienestar de las sociedades que queremos. Claro está, siempre y cuando queramos una sociedad de NO-violencia, vivir en una cultura de paz.
La mesa también concluyó que: “La cohesión se confunde con inclusión, la diversidad existe en la educación, en la cultura, en la familia y muchos espacios. Así mismo la Mediación puede ser preventiva, y puede ser una herramienta útil para el ámbito laboral, familiar, social, en cárceles, en el género, la salud, entre otros. Son muchos los ámbitos de la vida donde se pueden des judicializar los procesos de gestión de conflictos. La mediación debe ser acogida por todas como un estilo de vida, una cultura de la mediación, una cultura de paz”.
Es por ello que queremos seguir trabajando en la mediación como estrategia preventiva de gestión de conflictos, de mejora de la convivencia, en este caso en particular en la mediación escolar.