@carome31
En el marco de la primera conmemoración del Día Internacional para contrarrestar el Discurso de Odio en el año 2022, el Secretario General de la ONU, António Guterres afirmó que este discurso, además de incitar a la violencia, menoscabar la diversidad y la cohesión social, amenaza los valores y principios comunes que nos unen[1].
Y además, fue categórico al señalar que "el discurso de odio es un peligro para todos, por lo que combatirlo ha de ser una tarea de todos"; en ese contexto, para combatirlo, enfrentarlo o contrarrestarlo es necesario comprender que el mismo es un fenómeno complejo porque puede estar presente en nuestros colegios, en nuestra propia casa, pero también en la esfera pública y en la actualidad se ha venido alertando el uso de las redes públicas para que ese tipo de discurso tenga mayor alcance.
El discurso de odio tiene distintas expresiones o rostros, que nos conduce hasta la xenofobia, aporofobia, misoginia, a la intolerancia ideológica, entre otros fenómenos que vienen a construir barreras, muros que irrumpen la convivencia pacífica y armoniosa de una comunidad, que la fuerza del Estado a través de sus leyes y planes no logra superarlas sin la participación activa y efectiva de cada uno de nosotros; pero para poder contrarrestar ese discurso de odio, es indispensable disponer de un diseño institucional que facilite el camino para asumir la responsabilidad cívica de actuar a través de herramientas como la educación, la sensibilización, las políticas públicas y el debate permanente sobre el tema según la necesidad que haya atendiendo a la realidad del entorno.
Enfrentar el discurso de odio entonces es un asunto complejo, porque tiene distintos rostros, distintas expresiones con consecuencias, que por supuesto, son muy distintas porque está condicionado de ese entorno cultural, político, social y económico que nos rodea a cada uno en particular.
Algunos trabajos a los que he podido acceder para acercarme al tema, se encuentran en un claro consenso, cuando intentan definir el discurso de odio y advierten que es un concepto complejo, sobre el cual a nivel internacional no hay consensos, como nos dice Victor Luis Gutiérrez Castillo, quien es Profesor Titular de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la Universidad de Jaén, agrega que la ausencia de una noción compartida tiene como causa que su percepción depende de lo que califica como las distintas sensibilidades jurídicas y políticas existentes en cada sociedad.[2]
Para Martin Risso, Director de la Maestría en Derecho con énfasis en Derecho Constitucional y Derechos Humanos y profesor titular de Derecho Constitucional en pregrado y postgrado en la Universidad Católica del Uruguay, Uruguay, “pocos conceptos (o expresiones) resultan tan complejos en nuestros tiempos como el «discurso del odio»”[3]; quien además afirma que es frecuente que se lo defienda con intensidad y sin mayor profundización, transformándolo en un objetivo básico.
Para Risso, no solo no hay un concepto claro, sino que es un concepto creciente que avanza incluso fuera del ámbito jurídico, por ejemplo, con el lenguaje del odio, que se eleva a una suerte de dogma inapelable: «inclusivos vs. no inclusivos». Y esto implica una estigmatización: los buenos, éticos y sensibles frente a los malos, no éticos e insensibles por el padecer de otros. Esto conduce frecuentemente al lenguaje de lo «políticamente correcto», que muchas veces no es más que un formalismo vacío.
Estas palabras de Risso nos permite comprender la necesidad de profundizar, debatir y comprender mejor el discurso del odio, para poder contrarrestarlo con efectividad, reconociendo que el odio es parte del ser humano y que más allá de respuestas técnicas en lo político y jurídico, que por demás son necesarias, la responsabilidad de cada uno de nosotros como individuos, como vecinos de una comunidad, como padres o madres, está en desarrollar capacidades para entender cuándo estamos frente a un discurso de odio y cuándo el mismo se convierte en un riesgo real para los valores que nos vincula e identifica con una comunidad específica.
Pero hay que tener mucho cuidado, que en esa labor de contrarrestar el discurso de odio, no terminemos arropados confundiendo la responsabilidad cívica de enfrentar ese discurso con la acción política de buscar la excusa en el respeto a los derechos humanos y la dignidad del ser humano para justificar restricciones a la libertad de expresión en nuestra sociedad.
Precisamente en ese sentido, Joaquín Urias, Doctor en Derecho, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla y exletrado del Tribunal Constitucional durante el período 2004-2010, nos llama a reflexionar sobre el discurso de odio como una respuesta de una sociedad que tiene “una sensación de peligro frente a los excesos del libre discurso y los riesgos de la manipulación mediática e informativa.”[4]
Así como también, hay que saber advertir, cuándo hay un interés por banalizar el concepto de manera que pierda su significado real o que sus efectos terminen viéndose como algo normal frente a los ojos de la mayoría.
En conclusión, para contrarrestar el discurso de odio, primero hay que identificarlo, conocerlo, valorar el entorno en el que ocurre y los efectos que el mismo podría generar, partiendo de la premisa, que nos enfrentamos a un concepto complejo, con distintos matices y rostros, pero que se va precisando y entendiendo en la medida que somos capaces de identificarlo, lo que no supone que todos los demás miembros de la comunidad también lo hagan.
Para ello, intento construir algunas preguntas que podrían ser útiles como guía para poder identificar ese discurso de odio, a saber:
Pueden haber otras preguntas, se pueden redactar mejor, pero no cabe duda que el discurso de odio, está allí en lo público y en lo privado, es una amenaza que sólo podemos comprender su alcance y su efecto, cuando lo hemos vivido directamente, tal vez referirnos a casos como el discurso de odio en Venezuela desde 1999 hasta la fecha o los episodios de xenofobia experimentados en algunos lugares o a través de las redes, para algunos sea sólo un tema para el estudio de académicos o investigadores, pero para otros, son hechos que evidencian los distintos rostros del discurso del odio y sus efectos.
[1] News ONU. Guterres: El discurso que incita al odio “deshumaniza a las personas y a las comunidades”. 18 de junio 2022. Online en:
https://news.un.org/es/story/2022/06/1510492
[2] GUTIERREZ CASTILLO, Víctor Luis. El control europeo del ciberespacio ante el discurso de odio: análisis de las medidas de lucha y prevención. En: Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofía, Política, Humanidades y Relaciones Internacionales, año 22, nº 45. Tercer cuatrimestre de 2020. Pp. 291-310. Online en: https://revistascientificas.us.es/index.php/araucaria/article/view/13497/11617
[3] RISSO FERRAND, Martín. La libertad de expresión y el combate al discurso del odio. Estudios constitucionales. 2020, vol.18, n.1. Pp.51-89 Online en: https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-52002020000100051
[4] URIAS, Joaquin. El discurso de odio como excusa. En: IDEES No. 50: En defensa de la democracia: los derechos políticos y civiles amenazados en el siglo XXI. 30 de octubre 2020. Online en: https://revistaidees.cat/es/el-discurso-del-odio-como-excusa/