“Sí conocen los términos y prácticas de la reutilización o del reciclaje, pero a los consumidores nos está pillando desprevenidos. Nos falta esa comunicación relacionada con la Agenda 2030. Sí queremos que la ciudadanía esté en ese círculo que completa este modelo, no podemos ser el eslabón más débil de la cadena, tenemos que asentarnos y fortalecernos”. [1]
Sin duda se destaca en esta opinión el papel del ciudadano como consumidor en el modelo de economía circular, pues su comportamiento en el consumo diario, nos dice el presidente de la Confederación Española de Cooperativas de Consumidores y Usuarios (Hispacoop), Mikel Larrea [2] , en el 2018, “es vital para extender la vida útil de los productos, así como para conseguir el éxito de los nuevos y ambiciosos objetivos de gestión de residuos tanto en su colaboración en el proceso de separación y reciclaje de materiales, como en el freno a problemas como el abandono de basuras en lugares públicos o entornos naturales (littering)”.
Y concluye destacando 4 acciones propias de los consumidores en una economía circular a saber:
-Consumir de manera consciente y responsable (Reducir)
-Optar de manera prioritaria por la reparación de productos, si es posible (Reparar).
-Dar una segunda vida útil a aquello que ya tenemos (Reutilizar o Redistribuir).
-Dar al residuo el destino que requiere para que sus materiales puedan reciclarse y así volver a ‘Refabricar’ con ellos (Reciclar) o bien valorizarse energéticamente (Recuperar energía)
En esa misma mesa redonda, Adrián Martínez, concejal de Movilidad, Servicios Públicos y Festejos del Ayuntamiento de Cuenca reconoció que no se ha sabido transmitir bien lo que significa la Economía Circular. En tal sentido señaló:
“Aunque conseguir un modelo circular de la economía, es decir, ampliar el ciclo de vida de los productos, es algo que hemos vivido tradicionalmente, como cuando se compraba el pan con una bolsa de ganchillo, ahora la gente se pregunta qué puede suponer para ellos este objetivo. Aquí las administraciones debemos tomar las riendas. Debemos explicar que no es algo futurible sino presente, y para eso debemos dar ejemplo. Solo así se puede concienciar y pedirle a la sociedad que nos obligue a empujar”.
La reflexión destaca el papel de las entidades locales en la formación y concienciación ciudadana, así como también, resulta bien significativo que el Concejal le pida a la sociedad que les “obligue empujar”, pues en ese obligar se ubica claramente el ejercicio efectivo de los mecanismos legales e institucionales de participación en los asuntos públicos.
El 74% de los europeos considera como prioridad proteger el medioambiente, según la Encuesta internacional de ING, la actitud de los consumidores hacia la economía circular, lo cual advierte un importante nivel de concienciación sobre la necesidad de tomar iniciativas para tal fin y entre ellas, está este modelo económico [3].
En el informe de esa encuesta, el Mark Cliffe del ING, afirmó que para acelerar el desarrollo de la economía circular será necesario impulsar políticas públicas que incentiven a ello a través de impuestos, subsidios, regulaciones o campañas informativas [4].
La información para la concienciación de los ciudadanos y consumidores es fundamental y debe empezar por aclararles que economía circular no es sinónimo de reciclaje y mucho menos una nueva modalidad, es trata de algo que va más allá del reciclaje, que es presentado por expertos como una estrategia económica y productiva [5] , que exige la transformación de los modelos de producción y consumo de la economía, por representar una alternativa atractiva [6] por sus ventajas y beneficios en lo económico, medioambiental, para las propias empresas y para el ciudadano.
El ciudadano está mucho más familiarizado con el reciclaje, por ello información y formación es clave y fundamental para que desde la sociedad civil se logre “empujar” a las administraciones a dar el paso significativo hacia una economía circular.
En este sentido las consultas públicas que la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Murcia han realizado en esta materia durante el primer semestre del 2020, representan dos ejemplos concretos sobre las oportunidades institucionales que tienen las Administraciones Públicas para ampliar el ejercicio cívico de la consulta, y desarrollar estrategias que concreten su compromiso político de formar e informar al ciudadano sobre el valor y los beneficios de la economía circular en la calidad de vida de todos en la comunidad.
La Fundación Ellen MacArthur desarrolla en un documento los aportes de la Economía Circular al medio ambiente, a las empresas y a los ciudadanos, al respecto señala que el aporte a los ciudadanos se refleja claramente en los siguientes 3 aspectos [7] :
Mayor renta disponible para las familias, como consecuencia del menor costo de los productos y servicios y la conversión de tiempo improductivo en productivo.
Mayor utilidad en beneficio de los clientes, quienes podrán tener mayor capacidad de elección o calidad adicional.
Obsolescencia reducida, pues los productos hechos para durar o reutilizables mejorarán los presupuestos y la calidad de vida.
Estos son motivos económicos como lo dice el mismo informe, y terminan siendo atractivos para los ciudadanos, principalmente por su incentivo económico, pero a esas razones, le falta el elemento humano, espiritual y social que aportan los Objetivos de Desarrollo Sostenible y en particular, las reflexiones de la Encíclica Laudato Sí, sobre el cuidado de la Casa Común.
Las razones económicas pueden verse afectadas y reducidas en tiempos de crisis, pero serán sostenibles, serán parte de la cultura ciudadana, si se comprenden de manera integral como parte de nuestra responsabilidad por cuidar el Planeta.
Para Laudato Sí, es necesario ir hacia un modelo circular de producción que asegure recursos a todos y para las generaciones futuras, y que limite al máximo el uso de recursos no renovables, modere el consumo, maximice la eficiencia del aprovechamiento, reutilice y recicle, a través de la cual se pueda contrarrestar la cultura del descarte.
Además y como cierre, nos recuerda que todo consumidor también tiene su responsabilidad social. (Laudato Si, párrafo 22).
[1] El Diario. “La ciudadanía no puede ser el eslabón más débil de la cadena de economía circular.” 4 de marzo 2020. Online en: https://www.eldiario.es/clm/ciudadania-eslabon-cadena-economia-circular_0_1002300150.html
[2] LARREA, Mikel. La economía circular en el sector cooperativo de consumo. En: 26. Monográfico: Economía Circular. Cuadernos de las cooperativas de consumidores. Enero 2018. Número 26, año XVIII. Págs. 2-7.
[3] En Naranja. El 74% de los europeos considera una prioridad proteger el medioambiente. 4 de diciembre 2019. Online en: https://www.ennaranja.com/actualidad-ing/economia-circular-encuesta-ing/
[4] IDEM. Pág. 4
[5] Economía Circular. Economía Circular. Revisado el 20 de junio 2020. Online en: https://economiacircular.org/wp/?page_id=62#:~:text=La%20econom%C3%ADa%20circular%20es%20un,m%C3%ADnimo%20la%20generaci%C3%B3n%20de%20residuos
[6] EcoCircular.org. Economía Circular ¿un modelo incuestionable?. 24 de septiembre 2019. Online en: https://eco-circular.com/2019/09/24/la-economia-circular-un-modelo-incuestionable/
[7] Ellen MacArthur. Hacia una economía circular: motivos económicos para una transición acelerada. Revisado el 28 de junio 2020. Online en: https://www.ellenmacarthurfoundation.org/assets/downloads/publications/Executive_summary_SP.pdf